Una persona culta es aquella (…) que sabe cómo elegir compañía entre los hombres [y mujeres], entre las cosas, entre las ideas, tanto en el presente como en el pasado. H. Arendt

lunes, 23 de marzo de 2015

JEAN JAURÈS, INTERNACIONALISTA Y PACIFISTA


Hice un breve viaje a París aprovechando el carnaval, del que huyo siempre que puedo, con la intención de callejear puesto que he ido muchas veces a esta ciudad y la conozco bien. Sin embargo no pude evitar visitar de nuevo el Panthéon cuyo espíritu republicano y laico admiro profundamente. La sorpresa fue encontrar una interesante exposición sobre Jean Jaurès que recordaba el centenario de su asesinato en 1914.


Jaurès nació en Francia en 1859 y murió en Paris, asesinado, el 31 de julio de 1914 en un mundo que acababa de entrar en una terrorífica guerra que él siempre rechazó. Su compromiso político y la fuerza de sus ideas han dejado una huella duradera que se manifiesta, por mi parte, en una gran admiración por mantener una posición pacifista e  internacionalista en un momento de exaltación patriótica que condujo a Europa a una auténtica matanza por intereses territoriales que solo favorecían a una minoría.



Desde su formación como filósofo, y su trabajo como profesor, optó por entrar en la política como republicano partidario del reformismo institucional y la defensa de los valores de la revolución francesa. Una dura huelga de las minas de Carmaux, en 1892, le sirvió de experiencia para  derivar hacia el socialismo, siendo elegido diputado con el voto de los mineros.

Se vio involucrado en el caso Dreyfus y junto a sus compañeros/as socialistas tomaron partido en favor de éste pese a contar con la oposición de los marxistas ortodoxos, liderados por Jules Guesde, que lo consideraban un privilegiado. Jaurès apeló, para su defensa, a la injusticia que sufría Dreyfus y se posicionó a su favor.

CARICATURA HOSTIL A J. JAURÈS

En 1905 participó en la fundación de la SFIO, que ingresó en la II Internacional, unificando las diversas tendencias socialistas en Francia e impulsando un socialismo humanista que debía implicarse en una revolución democrática no violenta. Inspirado en estos principios se opuso siempre al colonialismo.

CARICATURA HOSTIL A J. JAURÈS

Su posicionamiento contra la guerra y su defensa del pacifismo le granjearon una campaña de odio, mentiras y calumnias, por parte de los sectores nacionalistas, que acabaron con su muerte por parte de un exaltado fanático que lo asesinó en el Café du Croissant de la calle Montmartre de París. Su muerte facilitó la incorporación de los socialistas a la “Unión Sagrada” que fulminó el internacionalismo defendido por la II Internacional y por el conjunto de la izquierda. Solo una minoría mantuvo sus posiciones pacifistas en aras del internacionalismo y, para dicho sector, Jean Jaurès fue siempre un modelo a seguir.

Su integridad, la profundidad de sus convicciones, la coherencia de su compromiso con las clases trabajadoras, el internacionalismo que las une a nivel mundial y la necesidad de la no violencia en la creación de un mundo diferente, son el patrimonio que hoy lo convierten en un referente cien años después de su asesinato.

viernes, 13 de marzo de 2015

I CONGRESO INTERNACIONAL DE MUJERES, LA HAYA, 1915

CONGRESO DE LA HAYA

La política de rearme de Europa, palpable en los inicios del siglo XX, aumentó el clima de agresividad entre las potencias. Para justificar los gastos militares, los ejércitos presionaron a los gobiernos y a la opinión pública y la prensa divulgó la idea de un peligro inminente para la propia nación que conllevaba un ambiente patriótico a favor de la guerra que dio lugar a las UNIONES SAGRADAS. Una propuesta que cuestionaba el internacionalismo obrero y difundía la idea de que burguesía y trabajadores estaban unidos por los mismos objetivos nacionales y enfrentados a los de otras naciones. 

Pocas posiciones antibelicistas sobrevivieron en esta oleada de patriotismo y nacionalismo y las que lo hicieron fueron criticadas y cuestionadas, no solo por los gobiernos, sino por los propios movimientos sociales que habían defendido posturas pacifistas con anterioridad a la I GM, como ocurrió en el seno de los partidos socialistas de la II Internacional o en el Sufragismo. 

El año 1914 podría haber sido el de las mujeres, por la gran movilización feminista que se producía en aquellos momentos, pero fue el año de la guerra que colocó a cada sexo en su sitio. La contienda bélica separó radicalmente a los sexos y marcó una tregua, y una cierta armonía sexual, cuando sufragistas moderadas y radicales abandonaron la lucha a favor del voto para dedicarse al objetivo de ganar la guerra. La movilización de los hombres fortificó los sentimientos familiares y dio vida al mito del hombre protector de la madre patria y de los suyos. Las feministas participaron de la fiebre nacionalista y suspendieron sus reivindicaciones para cumplir con sus deberes y dar pruebas de respetabilidad.

Pese a que el patriotismo rompió los compromisos de solidaridad internacional proletaria, e hizo lo propio entre las feministas, promoviendo el apoyo prácticamente incondicional a la guerra, hubo una minoría que luchó por impulsar la paz. Las pocas feministas pacifistas, que rechazaron abiertamente la guerra y desarrollaron un nexo entre feminismo y pacifismo, fueron acusadas de traidoras a la patria y ridiculizadas. Pese a ello, en 1915 apareció “La Liga Internacional de Mujeres por la Paz y la Libertad” y ese mismo año se celebró en La Haya el Congreso Internacional de Mujeres por la Paz. 

DELEGADAS ESTADOUNIDENSES

El 28 de abril de 1915 se inauguraba el Congreso Internacional de las Mujeres en La Haya, donde se reunieron más de 1.200 delegadas de 12 países, entre ellos Gran Bretaña, Alemania, Austria-Hungría, Italia, Polonia, Bélgica, Estados Unidos, países en guerra que estaban enfrentados entre ellos. Esas 1.200 delegadas se consagraron a la causa de la paz y la resolución del gran conflicto internacional. 

En el curso de los tres días siguientes, el congreso trabajó en aquello que consideró una alternativa, la forma no violenta de resolución de conflictos, llamando a implementar un proceso continuado de mediación, sin armisticio, hasta que la paz pudiera ser restaurada entre las naciones en guerra.

Esta política se planteó de forma explícita en un conjunto de resoluciones el 1 de mayo. El Congreso también marcó la fundación de la Liga Internacional de las Mujeres por la Paz y la Libertad (WILPF, en sus siglas en inglés), una organización que todavía existe actualmente.

En la delegación estadounidense en aquel congreso de abril de 1915 se hallaban dos futuras premio Nobel de la Paz: Jane Addams, la cofundadora de Hull House, un centro social que sirvió como lugar de asistencia para familias necesitadas en Chicago, y Emily G. Balch, socióloga que enseñó en el Wellesley College. Otra de las delegadas estadounidenses fue la profesora de patología e investigadora médica Alice Hamilton, quien se convirtió en la primera miembro femenina de la Universidad de Harvard en 1919.

Otras mujeres destacadas a nivel internacional, presentes en el congreso de La Haya, fueron: Lida Gustava Heymann, una de las 28 delegadas de Alemania; Emmeline Pethick-Lawrence, Emily Hobhouse y Chrystal Macmillan por Gran Bretaña; y Rosikak Schwimmer de Hungría.

JANE ADDAMS

Una ausencia notable en ese Congreso Internacional de Mujeres fue la francesa. El gobierno de este país se negó a permitir que asistieran delegadas por Francia, aunque, según Balch señaló más tarde, las mujeres francesas habían sido de las primeras en formar su propia organización nacional en apoyo del programa elaborado durante el congreso. El resto de países en guerra -Rusia, Serbia y Japón- tampoco dejaron asistir sus respectivas delegadas a la conferencia. El gobierno británico, por su parte, impidió a gran parte de su delegación de 180 miembros viajar hasta Holanda al suspender el servicio regular de transbordadores comerciales entre el puerto británico de Folkestone y el puerto holandés de Flushing. 

El Congreso adoptó 20 resoluciones. En primer lugar, la protesta “(…) contra la locura y el horror de la guerra, que lleva consigo un sacrificio irresponsable de la vida humana y la destrucción de tantas cosas que la humanidad ha tardado siglos en construir (…)” (Res. 1) y “contra la violación, presente en toda guerra” (Res. 2). 

En segundo lugar el llamamiento a poner fin a la matanza (Res. 3) y que las naciones neutrales convocaran una conferencia para ofrecer una mediación y una paz permanentes (Res. 4 a 8). Unido a este llamamiento, la reclamación del desarme universal, que sólo se puede asegurar mediante un acuerdo internacional, por lo que se urge a los países a terminar con la producción de armas y municiones de guerra y a controlar el tráfico internacional de las mismas, ya que “en los beneficios privados derivados de las grandes fábricas de armamento anida un obstáculo poderoso para la abolición de la guerra” (Res. 12). 

En todo este proceso hacia la paz las mujeres tenían que tener un papel de relevancia y por ello se reclamaba que las mujeres compartieran las responsabilidades y los derechos civiles y políticos, en las mismas condiciones que los hombres (Res. 15), “la necesidad de que se oriente la educación de los niños y niñas para que sus pensamientos y deseos se dirijan hacia el ideal de construir la paz” (Res. 16) y la reclamación del voto y la participación de las mujeres en todos los niveles del Acuerdo de Paz (Res. 17). 

EMILY HOBHOUSE 

Entre las acciones a tomar, se propuso que se organizara un encuentro internacional de mujeres en el mismo lugar y al mismo tiempo que la Conferencia de las potencias que habría de estructurar los términos del acuerdo de paz después de la guerra, con objeto de presentar propuestas prácticas a la Conferencia (Res. 19).

Y finalmente, tras un largo debate, se aprobó enviar delegaciones a los gobernantes de las naciones beligerantes y neutrales de Europa y al Presidente de los Estados Unidos, con objeto de comunicarles las Resoluciones del Congreso (Res. 20). 

Para cumplir lo acordado, dos delegaciones del congreso recorrieron Europa, visitando tanto los países neutrales como los beligerantes. De modo que estas mujeres que no podían votar, en la práctica ejercieron de embajadoras de la paz. No consiguieron parar la guerra, pero Woodrow Wilson incluyó algunas de sus resoluciones en sus catorce puntos y su filosofía influyó más tarde en la Liga de las Naciones y las Naciones Unidas. 

He consultado el artículo de Carmen Magallón (2015): “Mujeres contra la guerra: el I Congreso Internacional de Mujeres, La Haya, 1915”, Libre Pensamiento, nº 81.

martes, 3 de marzo de 2015

VERSOS Y FLORES PARA ANTONIO MACHADO

No era la primera vez que viajaba a Colliure, y a la playa de Argelès-sur-mer, dos lugares, para mí, estrechamente unidos. Sí que lo hacía, por primera vez, en la fecha en que murió el poeta con el propósito de asistir al sentido homenaje que se celebra cada año en la localidad que lo vio morir y en la que decidimos también hospedarnos.

Colliure es un núcleo medieval del Rosellón en el que se unen los Pirineos con el Mediterráneo en una fusión plena de belleza que supieron apreciar pintores de las vanguardias del pasado siglo (Picasso, Matisse, Gris, Dufy y otros) que lo eligieron como lugar de inspiración de sus obras.


Pero no fui a Colliure por su luminosidad inspiradora sino por ser la última morada de un poeta al que admiro de una forma íntima y profunda. Llegamos el sábado 21 y tras dejar nuestras cosas en el Hotel Les Templiers, desde cuyo pequeño balcón veía la fortaleza en la que fueron confinados numerosos soldados republicanos, y el mar próximo, salimos a pasear desde la calle Pelletan hasta el Paseo Marítimo donde destaca el bello y original campanario construido sobre un antiguo faro de piedra. Y de aquí al pequeño cementerio en el que se encuentra la tumba de Antonio Machado y su madre Ana Ruiz para poder visitarla en el silencio de un medio día frio y ventoso, como pudo ser aquel que vio morir al poeta mientras miles y miles de personas, entre quienes se encontraban seis pertenecientes a mi familia política, entraban cansados en la inmensa y desoladora playa de Argelès.

Compartimos la cena con un grupo de personas llegadas de España y  Francia entre quienes estaba Vida Manso, hija de un anarquista, que pasó la frontera en brazos de su madre el año 1939. Antonina Rodrigo, investigadora, historiadora y amiga, hizo de nexo de unión con estas personas desconocidas para mí y con las que pronto mantuvimos una conversación fluida en la que hubo momentos para el recuerdo emocionado del exilio pero también para las risas de mil y una anécdotas.


Tras la cena en el restaurante de Les Templiers dimos un breve paseo por el Paseo Marítimo antes de retiramos a descansar. Esa noche escribí a mano unas palabras dedicadas a Machado en el mismo folio en el que había impreso uno de mis poemas favoritos de Machado, “Preludio”:
Mientras la sombra pasa de un santo amor, hoy quiero
poner un dulce salmo sobre mi viejo atril.
Acordaré las notas del órgano severo
al suspirar fragante del pífano de abril.
Madurarán su aroma las pomas otoñales,
la mirra y el incienso salmodiarán su olor;
exhalarán su fresco perfume los rosales,
bajo la paz en sombra del tibio huerto en flor.
Al grave acorde lento de música y aroma,
la sola y vieja y noble razón de mi rezar
levantará su vuelo suave de paloma,
y la palabra blanca se elevará al altar.

El domingo amaneció soleado y ventoso y nos dirigimos al Centro Cultural donde estaban previstos varios actos en recuerdo del poeta. Para llegar atravesamos un pequeño mercado callejero que se celebra todos los sábados y en el que hay puestos de especias, quesos, pan, fruta, flores,  ostras, vinos, patés y cestas de colores. Al salir, para llegar pronto al cementerio, compramos flores para el poeta y su madre recorriendo lugares por los que Machado había transitado cuando llegó agotado a esta localidad francesa.


Los Machado (Antonio, su madre Ana, su hermano José y Matea, su mujer)   llegaron a Colliure el 28 de enero de 1939 en un tren atestado de refugiados españoles, mientras una multitud pasaba a pie la frontera bajo la lluvia, la nieve y el viento.

Fatigosamente, entre la multitud, descendieron de la estación a la Placette en el centro del pueblo, allí Mme Figuères tenía una mercería, que hoy se ha convertido en una moderna tienda de vinos, y en la puerta de su establecimiento instaló un velador con un termo de café, otro de leche caliente y pan, que ofrecía a las gentes que pasaban. Los Machado le pidieron asiento para madre e hijo que llegaban exhaustos por la caminata, la dueña les hizo pasar al interior. Muy cerca de este establecimiento estaba el hotel que les había recomendado el ferroviario Jacques Baills  y donde la propietaria, Mme Quintana, les brindó una cálida acogida. Las dos mujeres francesas aportarían, en los últimos días de la vida del poeta, la solidaridad y la generosidad que tanto necesitaban los Machado.

Los días que pasaron en el hotel de Mme Quintana fueron los de la  agonía de Antonio Machado, al igual que los últimos de su madre que murió tres días después. Antonio fue enterrado en un nicho del panteón de otra mujer, Mme Deboher, y su madre en la fosa municipal. Tuvieron que pasar casi treinta años para que se construyera la sencilla tumba, por suscripción popular, en la que desde 1958 reposan juntos los restos de ambos.



Y alrededor de esa tumba, hacia la una de la tarde, se celebró el sentido homenaje, decenas de asistentes, acompañadas de las autoridades municipales de Colliure y Argelès, durante el cual se depositaron flores, placas conmemorativas y se recitaron poemas o se pronunciaron palabras emocionadas en recuerdo del poeta. 


Me animé a leer ese “Preludio” de Machado y unas pobres palabras expresadas, al final, entre lágrimas, mi admiración por el poeta, mi dolor por su exilio y el de centenares de miles de personas y mi ilusión porque sus palabras vivan siempre alimentando mi (nuestra) Utopía.